sábado, 25 de octubre de 2008

Hojas sueltas 1.

Cuando te miré, no pensé eso de ti. Era raro, era distinto. Qué sé yo, pensé que era a la antigua.
Hoy por hoy, gracias a mi maldita/bendita curiosidad todo ese pensamiento quedó atrás.

Y es que no se puede ser ciego por siempre.

Creo que esta es de las únicas maneras en que me gustaría ser otro: uno más alto, más encachao, quizás más vivo. Novedoso, algo así.
Es tonto, lo sé, mucho. Demasiado para provenir de mí.

Será, esto es otra muestra de la condena a perder, siempre perder. Siempre caer, siempre estar alejado de. Es lógico, básico, natural, pero soy yo el ilógico, inadaptado, bizarro que jamás lo logrará entender y pensará que a la gente le importa más lo efímero y pasajero que lo que queda, lo que es atesorable, o quizás, real.

Nerd.

14, noviembre, 2008. Estación de metro El Salto.

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